El trabajo es obra del doctor estadounidense Vojin N. Smodlaka, profesor de Medicina para rehabilitación del New York College of Medicine de Brooklyn y miembro de la lista de honor para asuntos médicos de la FIFA. El doctor Smodlaka presentó este estudio en la sesión de la Comisión Médica de la FIFA, celebrada al 26 de octubre en Zurich.
- Su abuso provoca dolores de cabeza, en el cuello y oídos, mareos, insomnio y pérdida de memoria.
- El primer caso conocido de fallecimiento en el fútbol fue a consecuencia de un testarazo.
Un jugador profesional cabecea el balón aproximadamente cinco veces en un partido, lo cual significa que tiene 5.250 impactos con la cabeza durante una carrera de quince años. El impacto sobre la cabeza puede ascender a 200 kP. Los jugadores se quejan de dolores de cabeza, en el cuello, de mareos, irritabilidad, falta de sueño, dolor de oído y memoria floja. Puesto que estos síntomas son subjetivos, hay que efectuar estudios adicionales para comprender los posibles efectos negativos del juego de cabeza. Los jugadores deberían reducir el juego de cabeza, particularmente en el caso de tiros demasiado cercanos; deberían emplear una técnica apropiada de cabeceo y emplear balones livianos.
Cabecear la pelota es una acción muy común en el fútbol. El jugador toca el balón con la cabeza y el cuerpo ya sea para detener la pelota para dirigirla a un compañero o para marcar un gol. Los balones altos generalmente provienen de tiros libres y saques de esquina sobre el área de meta o cuando los defensas o el guardameta efectúan un saque largo.
Tysvaer y Storll informaron que a base de experimentos con animales se pudo observar que la cabeza libre, en movimiento, implica mayor conmoción que una cabeza rígida. Señalaron que es necesario disponer de fuertes músculos en la nuca que afirmen el cuello y la cabeza para que se pueda cabecear bien y se proteja el cerebro.
Cabecear el balón es excitante, principalmente cuando se marca un gol, y los espectadores expertos aprecian este tipo de habilidad.
Tysvaer y Storll contaron el número de cabeceos durante diez partidos de la Primera División de Noruega, seis partidos de Inglaterra y cuatro partidos Internacionales de las selecciones internacionales de Noruega. El promedio de cabeceos fue 117 para la Primera División de Noruega, 124 para los partidos ingleses y 94 para los partidos internacionales de Noruega. Todos los jugadores pudieron cabecear el balón, con excepción del guardameta, que lo hizo raras veces. Anzil estudió la cantidad de saltos para cabecear la pelota y llegó a números similares: en 10 partidos el promedio de saltos fue 119 por encuentro. A base de estos datos, podemos estimar que el promedio de cabeceos por jugador es cinco por partido. Puesto que los profesionales disputan unos 70 encuentros al año, pueden llegar a 350 cabeceos el año o a 5250 en 15 años. Durante los entrenamientos los jugadores practican también el juego de cabeza, de modo que este total aumenta aún más.
IMPACTO
Cabecear el balón causa un golpe bastante fuerte en la cabeza, ya que la pelota pesa de 396 a 453 gramos y viene con gran velocidad. La circunferencia de una pelota es de 68 a 71 cm y su presión es de 1 kg/cm2 (una atmósfera el nivel del mar). Se emplean tres diferentes tamaños de balones: número 5 para adultos, número 4 para juveniles y mujeres y número 3 para niños. Los balones más pequeños son más livianos, más fáciles de controlar y menos peligrosos. Las pelotas de cuero absorben agua en condiciones climáticas húmedas lo cual aumenta su peso en un 20 por 100 o más. Por esta razón se recomiendan las pelotas fabricadas de cuero sintético impermeable con una cobertura de poliuretano o algún material similar. Estos balones rechazan el agua y el lodo y mantienen su peso liviano también bajo la lluvia.
Varios autores han estudiado la velocidad del balón y llegaron a la conclusión que la velocidad oscila entre 60 y 120 km/h. Schneider y Lichte emplearon una cámara especial y calcularon que un balón pateado con una potencia normal de 10 metros recorre 22,8 m/s o 82,3 km/h y golpea la cabeza con un impacto de 116 kP. Estiman que el impacto puede aumentar hasta 2000 N si el balón se patea con toda la fuerza. El contacto con el balón es de 1/43 a 1/120 segundos. Si el contacto era más prolongado, por ejemplo cuando se emplea una técnica apropiada, entonces el impacto se reducía y el golpe en la cabeza era menor. Esta técnica especial de cabeceo tiene que ser aprendida muy bien.
Mawdsley estudió las propiedades biomecánicas del juego de cabeza de buenos jugadores profesionales y llegó a la conclusión que en esta acción se emplea todo el cuerpo. Recomienda un entrenamiento sistemático de los músculos que se emplean para saltar a fin de mejorar la habilidad de cabecear. Los futbolistas expertos saben cuán doloroso puede ser el impacto de un balón y se plantan con temor delante de la pelota cuando se va a lanzar un tiro libre. Tysvaer y Storli citan a un jugador inglés, quien dijo: "Si el balón te agarra mal se te llenan los ojos de lágrimas y te duele la cabeza". Esta fue también mi experiencia personal cuando jugaba al fútbol. Para proteger a los jugadores de lesiones en la cabeza, pecho, abdomen y testículos, la regla exige que el adversario se coloque a 9,15 metros cuando se ejecuta un tiro libre.
CONSECUENCIAS
El primer caso conocido de fallecimiento en el terreno de juego de fútbol fue la consecuencia de una lesión a la cabeza después de cabecear el balón fue en 1925. Hey informó que un joven futbolista de veinte años, después de cabecear el balón, sintió dolores de cabeza. Luego cayó inconsciente en el vestuario y falleció dos horas más tarde en el hospital a causa de un hematoma subdural. Más tarde se comentó que el terreno estaba mojado debido a lluvias torrenciales del día anterior. También otros autores informaron sobre fallecimientos provocados por golpes de balones.
(grupo Blas Cabrera)
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